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ISSN 1989-4163

NUMERO 105 - SEPTIEMBRE 2019

 

La Diosa Ceres ¿Propaganda de Livia, la Manipuladora Mujer de Augusto?

Carmelo Arribas

La imagen de la diosa Ceres, domina la escena del Teatro Romano de Mérida, pero tras esa y otras estatuas se oculta una campaña de imagen de una mujer, Livia, la tercera mujer de Augusto y última, que ha pasado a la historia, como el modelo de matrona romana, y que posiblemente ocultaba tras ello una sutil perversión, con la que se deshacía de aquellos que podían estorbarle en sus planes.


Parece como que al adjetivo calificativo, "perverso/a", le han adjudicado una pertenencia casi exclusivamente femenina. Esta idea implica una elaboración mental, que une inteligencia y maldad y no se suele atribuir al hombre, al que se le adjudican unas reacciones más primarias.

Pero es evidente que incluso esta forma de actuar requiere una inteligencia especial si el autor de ellas quiere salir .airoso/a de sus acciones.

Quizás una de las mujeres que ha tenido mejor imagen en la Historia haya sido Livia, la última mujer de Augusto, dando una imagen exterior de mujer que imponía un modelo social, de cómo debía de ser la matrona romana, ideal, y esta debía de imitarlo. Pero el análisis de lo que ocurrió en su época, nos puede deparar sorpresas y encontrarnos con una mujer manipuladora, creadora de una imagen que reproducía y publicitaba a través de monedas incluso en una, coloca su busto encima de un globo, con el lema, -Julia Augusta Genetrix orbis,- ( Julia Augusta (Livia) madre del mundo) (¡casi nada¡) y estatuas en las que se diviniza, o se  identifica como la diosa Ceres.
Ceres es una madre preocupada por su hija Proserpina, que al ser arrastrada al Hades, por Plutón, la busca por todas partes, sin más preocupación que encontrarla. Pero además es la diosa de la abundancia y la agricultura, que hace que la Tierra dé frutos. Así Livia se hace representar como la diosa Ceres, que reparte la riqueza y la abundancia de bienes por eso lleva en sus manos una cornucopia llena de frutos.

Esta Livia, es la Ceres sedente del frontal del Teatro romano de Mérida, cuyo original se conserva en el Museo de Arte romano de Mérida, pero también la del Louvre, o su imagen divinizada, cubierta con el velo de sacerdotisa del culto al emperador, del Museo Arqueológico de Madrid.

Pero las sospechas de sus perversiones, pese a la imagen pública, que quería propagar, debían de estar en la boca del pueblo. Dión Casio dice;"Se escuchó el rumor de que, cuando Marcelo, sobrino de Augusto, murió en 23 a.C, no fue por muerte natural, y que detrás de esto se encontraba Livia".

Uno de los personajes que quizás más tuvo que lamentar el haberse cruzado en su camino, fue Julia, la hija de Augusto y de su segunda esposa Escribonia. Julia fue desterrada por su padre, en el año 2 a.C, a la isla Padataria que tiene un área de 1,54 km2, con una longitud de tres kilómetros, acusada de adulterio y traición. Escribonia, la acompañó en el exilio. Tras cinco años, Julia salió de la isla, pero sus desgracias no acabaron.

Augusto moriría en el 14 d,C. y Julia ya sin padre ni hijos que habían ido muriendo en circunstancias extrañas, quedó en manos del hijo de Lívia, Tiberio que la odiaba, y la dejó morir de hambre, ese mismo año.  

Livia, había sido mujer de Tiberio Claudio Nerón, que había escogido el bando de los asesinos de Julio César, que lucharon y perdieron contra Augusto. La situación se planteaba muy difícil. Por eso el hecho de que cuando Livia se encuentra con Augusto en el  39 a. C y se enamora perdidamente de él, pese a estar casada, tener ya un hijo, Tiberio, y estar esperando otro, ese impulso amoroso no deja de parecer un enamoramiento sospechoso. Livia tenía fama de ser una de las mujeres más hermosas de su tiempo y se dice que Augusto, se enamoró inmediatamente de ella, y ella de él.

Pero Julia no era mujer de perdedores. Y tras este encuentro, Augusto y ella se divorciaron de sus respectivas parejas y se casaron al día siguiente. Tiberio, su marido, no sólo no tuvo inconveniente, sino que hasta fue a la boda. Evidentemente esto le supuso una supervivencia, personal y política y el haber puesto impedimento, quizás le hubiera ocasionado la muerte.

Augusto y Livia no tuvieron hijos, pero estuvieron unidos 52 años.

Augusto casó a su hija Julia con su mejor amigo y colaborador Agripa, pero uno a uno, todos los hijos de Julia y Marco Vipsanio Agripa fueron muriendo prematuramente, entre ellos Lucio Cesar a los ocho años, y Cayo a los 24, de unas heridas mal curadas, a quienes Augusto había adoptado como hijos, con la intención de que fueran sus sucesores. (Lo que era un obstáculo para que lo fueran los hijos de Livia) Por último Póstumo Agripa, el menor, a quien Octavio (Augusto) había adoptado como hijo, también fue encarcelado por conspiración, y finalmente muerto. Tácito y Dión Casio mencionan en sus obras rumores, que tras estas muertes se encontraba Livia, pero Suetonio no hace mención de los mismos, quizás porque se habían ocultado estas cosas, tras la consagración de Livia en el 42 d.C. tras haber muerto el 29 d.C. y algunos no creen válidas las sospechas.

Finalmente Livia logró que Tiberio, su hijo mayor, fuese investido emperador, tras las sospechosas muertes de los  miembros de la familia imperial, que podían haber ocupado ese puesto.

 Pero Tiberio posiblemente no le perdonó a su madre, ni el extraño divorcio de su padre, ni el que le obligó Augusto, aunque parece que Livia podía estar detrás, a hacer en el año 12 a.C , de Vipsania, a quien amaba.

Así es que cuando murió Livia, no solo no asistió a sus funerales, sino que además prohibió que se le rindieran los honores que le deberían haber hecho.
Lívia había querido simbolizar la imagen femenina del Imperio, presentándose como el ideal de como debía comportarse una madre y esposa romana. Pero tras esa imagen que publicitaba en las estatuas, se ocultaba una mujer manipuladora, que eliminaba cualquier obstáculo, que se colocaba en su camino. Y lo consiguió. Al menos en vida.

Pero todavía, Lívia, convertida en la diosa Ceres nos sigue mirando desde las estatuas, con un aire retador . Procurad no encontraros en su camino.

 

aras. En el anverso figura una cabeza masculina a la derecha tocada con una corona radiada, con una estrella encima y un haz de rayos enfrente. Alrededor, en arco exterior, escrito en el sentido inverso a las agujas del reloj, se lee PERM DIVI AVG COL ROM. En el reverso aparece una cabeza femenina a la izquierda sostenida sobre un globo, con peinado tipo nodus, con moño bajo, sobre la nuca. Por encima, un creciente. A su alrededor, en arco exterior, en el mismo sentido que la leyenda del anverso, leemos IVLIA AVGVSTA GENETRIX ORBIS. El campo de ambas caras está delimitado por sendas gráfilas de puntos. Posición de cuños.

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